Hablar de energía solar es hablar de la energía renovable más importante que podemos tener.
El Sol como estrella que es, nos nutre de luz y calor, pero también de energía que se puede aprovechar. Podemos decir que es inagotable.
La primera placa solar se inventó en 1880 por el físico francés Edmon Bécquerel. Pero no fue hasta mediados del siglo XX hasta que llegó la primera placa comercializable.
Pero no es nada nuevo el tema de la energía solar, en la propia Prehistoria ya se utilizaba de forma natural.
Gracias a una placa solar se puede reducir la contaminación. Y hablamos de números bastante altos, unas 100 toneladas de CO2.
Invertir en energías renovables es sinónimo de cuidar el planeta. Los países más desarrollados están comenzando a priorizar la energía solar por encima de cualquier otra.
Con solo la energía solar midiendo el territorio de nuestro país, podríamos abastecer a todo el mundo. En un caso surrealista eso sí, ya que España cuenta con 505.974 kilómetros cuadrados. Y serían necesarios unos 494.687 kilómetros cuadrados de superficie.
Con estos simples datos, deberíamos de considerar las energías renovables como la alternativa perfecta. Al final, la madre Gaia nos lo agradecerá.
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